martes, 8 de febrero de 2011

Conversaciones con mi peluquero

Mi peluquero tiene en torno a sesenta años, pelo escaso bien cuidado y gafas rectangulares bifocales. Siempre lleva una camisa con muchos bolsillos de los que asoman peines y tijeras. La peluquería se llama Marcos, pero él no (alguien le preguntó por Marcos un día). Poco más se de él.

Me pregunta cómo quiero el pelo y siempre parece tener verdadero interés en lo que le cuento, como si mi pelo admitiera más de un tipo de corte. No dice nada mientras está en ello. Está concentrado. Entre corte y corte no deja quieta la tijera. Y se mueve alrededor de mi como si fuera un boxeador. Yo intento no distraerlo. Incluso cuando el pelo recién cortado cae sobre mi cara, simplemente cierro los ojos. Suena que te suena la tijera.

Cuando termina, coge un pequeño espejo y lo mueve alrededor de mi cabeza para que yo vea cómo me ha dejado. Es entonces cuando se produce la única conversación que tengo con él:

- ¿Le es de su agrado cómo ha quedado?- me dice muy serio.
- Mucho, mucho- le contesto mientras veo que crece una tímida sonrisa en su boca.
- Gracias, muy agradecido, muchas gracias- me dijo ayer.

7 comentarios:

  1. Bastante curioso.
    La verdad es que poco se puede hablar más con un peluquero masculino de la "old school". Bastante con que sobrevivan en estos tiempos de crestas, mechas, emos, heavys y maquinas domesticas para cortar el pelo. Normal que esté muy agradecido.
    En caso de que sea un escrito basado en un caso propio, ya hablaremos de los tipos de cortes que tu pelo admitiría. Moqueto.

    ResponderEliminar
  2. Las peluquerías de barrio, las autenticas, las no-franquiciadas, dan para más de una historia. Historias de las de verdad, del día a día, de las que sí le pasan a la gente.

    En el barrio de Lavapies hay una especializada en señoras de más de sesenta, regentada por el padre, el hijo y la mujer de este último. El padre está ya tan mayor que apenas hace nada, la mujer de aquel barre y lava cabezas, el hijo corta y da conversación. Se sabe el nombre de todas las señoras y a todas les deja el pelo igual. Tal vez porque en el barrio de Lavapies todas las señoras de más de sesenta han tenido la misma vida.

    El Denia hay una barbería. Me hace gracia que si es de señores, se llama barbería aunque no afeiten. Aquí la lleva la misma persona desde que el mundo es mundo y la navaja, navaja. Pero no envejece. Y tampoco se aprende los nombres de nadie, así que la conversación transcurre entre saber quién eres y quien te cortó antes, por dios que desastre. Tal vez porque en pueblos de turistas, da igual quien seas.

    ResponderEliminar
  3. Kriskros: no entro. Me tienta, pero no entro.

    Alicia: "Tal vez porque en el barrio de Lavapies todas las señoras de más de sesenta han tenido la misma vida" Vs. "Tal vez porque en pueblos de turistas, da igual quien seas.": Hay una relación directa entre ambas frases. Es posible que no las hayas meditado demasiado, pero muchas mujeres con el mismo peinado en un barrio, además de ser un buen argumento para una película, equivalen a los mil veraneantes de Denia que ni ellos mismos son conscientes de lo mucho que se parecen entre sí. Y eso que creen peinarse de formas muy diferentes.

    P.D: Un amigo me contaba que en su pueblo (Fuentepalmera, creo) todas las mujeres mayores iban al mismo peluquero. Todas llevaban el pelo azul. Me encantaba imaginármelas en misa, en fila esperando recibir la comunión.

    ResponderEliminar
  4. Habéis conseguido que eche de menos a Darth Vader.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo, y eso ¿por qué? ¿acaso compartíais peluquería en Alderaan, antes de su total destructión?

    ResponderEliminar
  6. Anónimo, me lo tomo como acertijo resuelto por Juanchita. ¿Te refieres (si es que eres quién creo que eres) a nuestro común peluquero de principios de siglo apodado Dark Vader?

    Ese sí que daba para una historia (de dos líneas, eso sí).

    ResponderEliminar
  7. Siendo así, que la fueraza os acompañe.

    ResponderEliminar