viernes, 5 de septiembre de 2008

El Optimista (II)


El optimista comenzó a loar la primera casa que alquiló en aquella ciudad. La definía como un duplex. Uno de los allí presentes, que había estado en aquella casa, afirmó que en cuanto abrías la puerta del "duplex", te topabas de frente con una escalera y a su lado una puerta. Por la puerta se llegaba al salón-cocina. Era pequeño y mal diferenciado. Con nevera ínfima, un solo fogón y sofá destrozaespaldas. Desde el salón-cocina una puerta daba acceso al cuarto de baño. En invierno las toallas jamás se secaban, y salía vaho bien visible de tu respiración. Escaleras arriba estaban dos habitaciones y una terraza. El compañero de piso del Optimista había bautizado a esta otra parte de la casa, por su temperatura ambiente, como "El K2". El Optimista escuchó la descripción que aquel otro hacía de su casa y sonriéndole le dijo, "sí, pero era un duplex" (trago a la cerveza).

Continuó El Optimista: "Además, en verano dormíamos en la terraza [el calor era insoportable dentro de la casa]. Todas las mañanas nos despertaban los gallos del corral cercano. A las seis de la mañana. Yo cada vez que los oía me decía: De puta madre, me queda una hora y media más de sueño"

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