martes, 25 de septiembre de 2007

Jeremías


Eventualmente estoy trabajando en un edificio en el que carezco de sitio propio. Estuve hace unos meses y vuelvo ahora. No tengo ni mesa ni ordenador, por lo que me aprovecho de las ausencias de los demás para ocupar sus sitios. Cuando estuve la otra etapa, terminaron por asignarme una mesa de otra persona que estaba haciendo un curso de formación. Jeremías, se llamaba. Cada tarde, cuando recogía mis cosas, colocaba los papeles que a lo largo del día habían ido dejando para Jeremías en la que ahora era mi mesa, como si este fuera a aparecer al día siguiente reclamando la mesa en el mismo estado que si nadie más se hubiera sentado en ella. Al terminar su curso se cogió las vacaciones. Cada mañana tres o cuatro personas llamaban preguntando por él y otras tantas dejaban escritos, post-it o CDs sobre su mesa. No llegué nunca a conocerle. Ahora vuelvo y está de baja. De nuevo ocupo su sitio. La gente me pregunta a mí cómo está porque me ven sentado en su asiento, y yo me limito a decir eso mismo, que está de baja. No sé los motivos ni me atrevo a preguntarlos ante el hecho de que nadie se haya lanzado a contármelos. Jeremías se ha convertido en un personaje mítico para mí. Es mi versión laboral de Orson Welles en El tercer hombre o Kaiser Soze en Sospechosos Habituales. ¿Aparecerá Jeremías o solo existe cuando yo no estoy? Como diría Amenabar... ¿Seré yo Jeremías?

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