Manías (III): el líquido elemento

Pues sí, conseguisteis picarme. Nada más leer el primer post de manías empecé a pensar en la mía, esa, la concreta, la de contar. Y no la veía. No. De hecho pensé que no tenía, hasta ayer mismo. Me dí cuenta justo cuando estaba dando rienda suelta a mi manía.

Mi manía: Siempre que paso delante de un surtidor de agua de esos que hay en las oficinas, o de una fuente de las que ya quedan pocas en las calles, tengo que beber. Echar un traguito aunque no tenga sed. Si lo que me encuentro es una fuente en el campo, de cuya potabilidad no me fío del todo, entonces tengo que, al menos, mojarme las manos.

La causa: No creo que se pueda explicar la causa de un tengo que, al menos no sin la ayuda del Sr. Freud.