martes, 26 de junio de 2012

Las montañas son altas. Los oceanos, profundos.

Me encuentro en un patio. No es el de mi casa, pero en ese momento, lo siento como tal. Es el patio de un bajo en un edificio muy alto. Veo canalones larguísimos y ventanas sin luces en los pisos superiores que dan sensación de abandono. Está lleno de macetas con plantas marchitándose y un hombre de avanzada edad mirándolas de espaldas a mi.

- ¡Oiga! - le digo. -¿¡Quién es usted y que hace en mi casa!?

El hombre no contesta hasta que vuelvo a preguntar solapando su respuesta con mi pregunta.

- ¿Tú te crees que puedes tener las macetas sin regar?

- ¿¡Que quién es usted!?

En ese momento se da la vuelta. Lo conozco, pero no recuerdo de qué.

- Soy el dueño del piso.

- ¿Ah, sí? ¿Y se puede saber que cojones hace aquí?

- Es mi piso y vengo a ver si lo tienes cuidado. ¿Ahora me respondes tú a mi pregunta?

- Mire, me parece muy bien que sea el dueño, pero no me parece ni medio normal que venga sin avisar y pase sin estar yo.

- ¿Que si te parece bien como tienes esto? - Me vuelve a preguntar.

- Vamos a ver, yo le alquilé el piso y usted dejo estas macetas aquí. No es mi deber cuidárselas, así que no me toque los cojones.

El hombre me miró con esas caras entre decepción y enfado que te dejan el estómago chaflán y se va. Justo cuando salía por la puerta, me doy cuenta de quién era esa persona. Era yo de mayor. En cuanto pude reaccionar fui detrás suya a disculparme con él... conmigo.

Mientras lo buscaba por la casa, empezaron a aparecer mujeres por todo el piso. Todas llevaban algo en brazos e iban de un lugar a otro con prisa. Como si estuvieran haciendo una mudanza con prisas. Por alguna razón sabía que eran todas familiares mías aunque no las reconocía físicamente como tal y lo que llevaban en brazos era raro. No era nada en especial ni tenía una forma reconocible. Eso me llamaba la atención pero no me importaba.

Intentaba preguntarles  si había alguna forma de encontrar al hombre. Ninguna me miraba a la cara pero sabía que la cara de decepción que llevaban era para mi mientras seguían su camino sin hacerme ningún caso. Por más que preguntaba no conseguía respuesta. Me decidí a cortarle el paso a una de ellas en una habitación y le expliqué que quería disculparme. En ese momento me miró a la cara, aunque seguía con esa cara agria, y me dijo en "ese tonillo":

- Eso está muy bien. Que pidas perdón es bueno. Pero no creo que venga en un tiempo.

- ¿Y eso? - Pregunté.

- Pues porque está con el niño, y cuando está con el niño no suele aparecer por aquí.

Por ahora no lo he vuelto a ver.

7 comentarios:

  1. ¿Fue niño tu tercer yo o padre un yo paralelo que aún está por venir o uno que cogió un atajo al futuro? Bueno, esto es retórico, que si David Lynch no explica sus pelis, y muchas son un rollo, no vas a ser menos.

    Mudo.

    ResponderEliminar
  2. Aún no sé si el niño también soy yo. Me da a mi que sí, que era yo también.

    Cuando vuelva a ver al viejo, te lo haré saber.

    ResponderEliminar
  3. ¿Basado en sueños reales?

    Entre mis sueños recurrentes también está soñar con casas que en realidad no conozco pero que en el sueño son mías, y casi siempre empiezo a abrir puertas y descubro que hay habitaciones que no sospechaba y que incluso cambia de forma. Muchas veces también acaban llenas de gente. Y una vez se declaró un incendio y me fui por patas dejando a toda la gente ahí.

    En muchos sueños me arrepiento de no haberme llevado un cubo de palomitas a la cama, porque se ponen de lo más interesante.

    ResponderEliminar
  4. Y como relato me ha parecido fetén tirando a chachi.

    ResponderEliminar
  5. Me gusta lo del cubo de palomitas. A lo mejor, si lo haces, condicionas a tu subconsciente de que el sueño sea interesante.

    No me gusta que salgas corriendo dejando a todos arder, cabrón. Me imagino que tu respuesta será "Coñe, era un sueño, sabía que no les iba a pasar nada". ¿Sí? Pues te falto tiempo a ti para salir pitando. ¿Y que hago yo echándote una bronca onírica?

    ResponderEliminar
  6. He de aclarar, cuando lo del incendio, fue la gente que poblaba la casa los que empezaron a quemar cortinas como si de un divertimento infantil se tratase. Yo me limité a pensar: "bueno, me voy a ir yendo que parece que esta gente está entretenida..."

    ResponderEliminar