En las últimas semanas, el estado de salud de Dolores, de 87 años, había empeorado ostensiblemente. Veía su muerte cercana he insistió en diferentes aspectos relativos a su sepelio. De todos ellos, en el que más énfasis hizo fue en que fuera enterrada llevando el vestido que tenía encima del armario. Sus hijos no hicieron demasiado caso a esta petición, pero Dolores, consciente de ello, insistió mucho. Lo suficiente como para que terminaran por recordarlo cuando, efectivamente, murió. Los hijos hablaron del tema y convinieron que si tan importante había sido para su madre, debían concederle esta última voluntad. Fueron a la habitación de su madre y miraron encima del armario. Encontraron una caja plana y alargada. La abrieron y dentro había un traje de gitana. La sorpresa inicial se vio atenuada porque la decisión de respetar los deseos de la madre ya estaba tomada. Si así lo había querido, así sería.
El velatorio, con Dolores vestida de gitana, dio lugar a todo tipo de murmuraciones. Los hijos no hacían más que repetir que esa había sido su última voluntad, mitad por justificar tan excéntrico hecho, mitad por autoconvencerse de que habían hecho lo correcto respetándola. Quizá debieran haber hablado más sobre el vestido con su madre mientras pudieron hacerlo. Pero ya era tarde. Enterrada Dolores, los comentarios fueron apagándose en su pueblo al tiempo que se reavivaban en los pueblos cercanos. Así llegó a mis oídos esta historia.
Pedí verme con la hija mayor de Dolores, la cual me aclaró todo lo que he contado. Y así decidí publicarla en el periódico. Pero la hija me contó algo más que no publiqué. Meses después del fallecimiento, recogiendo los muebles de la casa de su madre, poco antes de venderla, al mover el armario, desde lo alto cayó otro vestido. Blanco, y con un enorme bordado del Sagrado Corazón de Jesús.
Simplemente aclarar que esta historia (en esencia) me la contaron ayer como real. Dicen que sucedió en un pueblo de Granada.
ResponderEliminarmenuda putada...
ResponderEliminarMejor el de gitana sin duda.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención el comentario de Ssenday. No por ella, sino por mí. Hasta que no he leído lo de qué putada, no he caído en que podía serlo. Para mí esta historia se limitaba a lo que lo demás dicen de que tu madre sea enterrada con traje de gitana, no a que la última voluntad de una mujer no sea atendida. Debe ser que tengo poco respeto a los muertos. Y no había caído. Además, sí que mejor el de gitana. Yo se de más de uno que se enterraría de porruano.
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