Nada da tanto espanto como una mercería, si acaso, una tienda de lanas.
En mi barrio había una mercería que tenía una trastienda en la que se podía ver, desde el mostrador, una mesa-camilla con tapete, un sillón de orejas y un infiernillo. Todo en penumbra. La trastienda de la mercería era la antesala del infierno y el infiernillo era el cartel luminoso.
Mi abuela siempre andaba haciendo costura y me mandaba a comprar hilos, cremalleras, botones... y yo entraba allí, temiendo el momento en que aquella señora, con su chaqueta de punto y su falta tableada, dijera: "pues no lo tengo aquí, un momento que lo miro en la trastienda". Y desaparecía por la puerta, dejándome sola en la contemplación de aquella semi oscuridad, segura de que el mismísimo demonio se iba a materializar en aquel sillón, me iba a mirar con sus ojos de infiernillo y me iba a decir: "nunca distinguirás entre el hilo y el hilván"
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ResponderEliminarMe gusta. Y lo que cuenta Kriskros también. Una pena que Kriskros crea que se qué significa "hilván".
ResponderEliminar"SPIN-OFF THE POST": Registra el nombre que te lo va a robar algún grupo Heavy.
Mudo.
Me ha encantado el comentario de Kriskros, se puede ver claramente a la chica, se puede respirar el interior de la tienda... y se confirma que una mercería es un lugar inquietante.
ResponderEliminar(nota: creo que Kriskros cree que la entrada la ha escrito Mudo y creedme, me da una rábia infinita, que lo sepáis)
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ResponderEliminarDe pequeño mi madre tenía una amiga que trabajaba en una especie de mercería y que tenía un ojo a lo Trueba. Su hija me parecía muy guapa y era un poco "chicote", esto es, pelo corto, jugaba como un chico y se tiraba cuescos. Pero la tienda era como entrar en una dimensión hellraiser. De repronto la luz exterior no existia y el aire, mezclado con el olor, eran tan densos que me inquietaban y lo único que deseaba era salir de ahí cuanto antes.
ResponderEliminarA saber que es ahora de esas personas.
Alicio, me ha encantado la historia. Muchos recuerdos. ¿Que es hilván?
Pero a mí me encantan las mercerías! Junto a las ferreterías, son mis tiendas favoritas. ¿Dónde si no ibas a descubrir las medias que se meten por el dedo gordo del pie para llevar con sandalias? Vivan las mercerías!En mi casa nadie cosía, yo iba a comprar lazos para el pelo.
ResponderEliminarLa real academia no sé cómo definirá hilván, pero en mi casa es el hilo blanco de peor calidad que se usa para hacer un cosido previo y en grandes trazos, y que sirve para después coser mejor la prenda. Pero sobre todo sé lo que es deshilvanar: el castigo que mi madre nos mandaba cuado se hartaba de peleas entre hermanos.
ResponderEliminarQué decir de las merceras (merceros me he encontrado pocos) esas almas maquiavélicas para con los indecisos, que son capaces de desplegar sobre la misma tela hasta sies hilos azúles ¿distíntos? y dejarte ahí, sola ante la indecisión, para atender a otro cliente mientras te hacechan con sus intermitentes miradas de reojo, sibilinas, acosantes.
Creo que sí, miedo era la palabra.
Ainara
Krikros, eres un caballero
ResponderEliminarJuanchita, medias que se meten por el dedo gordo... te juro que no lo sabía.. ¡qué mundo este!
Ainara, ¡ay! deshilvanar que ingratos recuerdos...